Érase una vez, Damaris conoció a un hombre llamado León. Mientras hablaban y se conocían, fijaron un tiempo para tener una cita. La llevó a cenar y descubrieron que el tiempo pasaba muy rápido. Dos horas y media para ser exactos, y acordaron con entusiasmo una segunda cita.

Al principio, empezaron como muy buenos amigos. Pero una hermosa y brumosa noche de julio selló su destino como pareja enamorada. Fue en un festival local llamado MXLAN donde declararon el siguiente paso de su relación. Bailaron ala melodia de la música rock española del Little Jesús en la húmeda noche de verano y compartieron un beso bajo la luna llena.

Con el paso del tiempo, Damaris y León se presentaron gradualmente a sus familias y rápidamente se volvieron amados y aceptados. Se crearon muchos recuerdos en la bodega familiar mientras celebraban cumpleaños y días festivos, además de conectarse entre sí durante cenas íntimas en la residencia Cantú.

Había algo brillante en el amor que compartían León y Damaris. Cuanto más tiempo pasaban juntos, más aprendían el uno del otro y más profundo sentían su amor. A través de los altibajos de la vida, descubrieron el lenguaje único del amor que cada uno necesitaba para sentirse validado, visto y comprendido.

Todo esto se acumuló en un día especial de marzo, donde León planeó una escapada especial para las vacaciones de primavera. Llevaría a Damaris a experimentar los brillantes cielos del crepúsculo de Fredericksburg, Texas. León instaló un telescopio para que ella fuera testigo del majestuoso manto de estrellas, un recordatorio de la obra maestra cósmica que siempre está ahí, escondida detrás de la brillante neblina de la vida.

En ese momento, se abrazaron con cariño, maravillándose de la belleza y el asombro de Dios.

Mientras, el romance giraba a lo largo de la semana, León valientemente decidió llevar a Damaris a montar a caballo. Él lo había planeado todo meticulosamente y ella realmente no tenía ni idea.

"¿Te gustaría ponerte algo bonito?" Preguntó Leon.

"¿Por qué? Sólo vamos a montar a caballo”. Ella respondio.

"¿No quieres peinarte o ponerte ropa bonita?"

“León, voy a estar sudando. Estaré bien."

Y así llegaron a Brit y Bridle. Aunque cada uno de ellos se sentía un poco intimidado por los caballos, aprendieron a relajarse y confiar en ellos para que, a su vez, los caballos puedan confiar en ellos. Paciencia. Relajación. Es lo que se necesitaba antes de explorar el hermoso y accidentado terreno del centro de Texas. Y así montaron sus caballos, Romeo y Jewel, y comenzaron su ascenso para comprometerse plenamente el uno con el otro.

La vista era exquisita. Una familia de venados corría por el extenso terreno y el cielo nublado y azul. De repente, el paseo a caballo se detuvo y León luchó por sacar algo de su bolsillo. En ese momento, Damaris comprendió el alcance de esta hermosa escapada. León se apoyó en una rodilla y preguntó: “Damaris Denise Cantú, ¿te casarías conmigo?”.

Y por supuesto, con una amplia sonrisa de alegría, respondió: “¡Sí!”

León le colocó con cuidado el anillo, tratando de evitar el caballo.

"Bueno, ¿no vas a besarla?" exclamó Timmy, el ranchero.

Y bajo ese cielo de Texas, Damaris y León se besaron y comenzaron a planificar su boda. Y nos encantaría que nuestros familiares y amigos más cercanos experimentaran este amor de cuento de hadas con nosotros el día de nuestra boda para vivir felices para siempre. <3

Wedding Day

Ceremony

Reception