Nuestra amistad comenzó en la escuela secundaria, donde nos conocimos a través de amigos en común. Pasar el rato en las noches de jóvenes de la iglesia nos ayudó a conectarnos unos con otros. Nuestro amor por Dios nos acercó más de lo que esperábamos.

El 15 de marzo de 2009 encontró el coraje de pedirme que fuera su novia, a lo que le dije ¡por supuesto!

Teníamos mucho amor entre nosotros y también mucho por crecer. Aunque tomamos caminos separados 3 años después, el amor nunca se perdió.

Descubrimos el camino de regreso después de 10 años, por la gracia de Dios. Al encontrarnos de nuevo, fue como si nada hubiera cambiado. Continuamos justo donde lo dejamos, con más sabiduría y aún más fe.

Él es el hombre que Dios creó para ser mi esposo, y soy la mujer que Dios creó para ser su esposa.

Siempre fue, siempre es y siempre será mi único.

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