Hace nueve años, en la ciudad de Guatemala, el destino decidió tejer una historia de amor que marcaría para siempre la vida de dos jóvenes. Sophie, una mujer llena de vida y sueños, se encontraba en el restaurante "Montaditos", acompañada por su primo Koka y un grupo de amigos. Koka, recién llegado a Guatemala, había invitado a un grupo de amigos, entre los que se encontraba Kike, un joven cuyo nombre pronto sería sinónimo de amor y complicidad.
Aquella noche, el restaurante estaba lleno de risas y conversaciones animadas, pero entre toda la bulla, Sophie y Kike se encontraron sentados frente a frente. Desde el primer instante, hubo una conexión mágica. La conversación entre ellos fluía con una facilidad asombrosa. Las horas pasaron volando, sumidos en una charla que parecía desafiar el tiempo.
Pasaron unas semanas, y el destino les brindó otra oportunidad para volverse a ver. Coincidieron nuevamente en una salida y la conexión entre ellos se profundizó aún más...
Un mes después, Kike, tomó la iniciativa y comenzó a enviar mensajes a Sophie. Así empezaron las conversaciones constantes, llenas de risas y descubrimientos. Decidieron salir al cine, y aunque la película de terror que vieron no estuvo para nada buena, el verdadero terror para ambos, era enfrentar la incertidumbre de lo que estaban empezando a sentir.
Con cada cita, su relación creció. Compartían una pasión especial por el metal, un género musical que resonaba en sus corazones y los unía aún más. Durante once meses, vivieron una serie de citas y momentos inolvidables, construyendo una relación que parecía tener un destino predestinado.